David y el Predicador Cristiano

Sobre 1 Samuel 17 - Goliat es como el demonio, que usa su fuerza sobrehumana (tamaño y armadura de Goliat) y sofisticados argumentos (terribles armas y espada) para espantar al ser humano. En este texto, hay una semejanza con las tentaciones de Jesús en el desierto: Goliat no se imagina la cualidad de su oponente y David vence con una de sus cinco piedras, que son una alegoría de la palabra de Dios (el Pentateuco, los cinco libros de la Ley).

Como David en este texto, el Verbo Encarnado vence al demonio pero no usando sus mismas armas. Dios no vence al diablo en igual batalla, a Dios no le hacen nada las armas del diablo (el engaño, la apariencia de bien) y, como David, nunca usó esas armas. El Verbo Encarnado se acerca a la batalla con la cruz (el cayado de David) y como un pastor (el zurrón de David, que es su corazón, donde guarda la ley de su Dios).

Con la palabra de la Revelación, por la predicación (la honda de David), el Verbo Encarnado hiere al demonio en su misma soberbia, en su mismo espíritu. Por eso la piedra va a la cabeza, que para Dios está desnuda (los argumentos del demonio son fáciles para él) y así lo destruye. “¿Quién como Dios?”

Así, con la palabra de Dios, el predicador cristiano desmantela y quita vida a todo el aparato de guerra del demonio y con su misma espada (unas veces con la misma razón humana, otras con la razón iluminada por la fe) lo decapita (muestra la falacia de sus argumentos humanos), como David decapitó a Goliat.

El más chico vence al más grande, si el más chico usa las armas de Dios.